Desde los humildes inicios a orillas del Tíber, Roma, gracias a su creciente poderío militar y a sus planes para extender su hegemonía política más allá de sus fronteras, transformó a esta pequeña villa en un insaciable coloso militar que llegó a dominar gran parte del mundo. Desde la frontera con las tribus bárbaras en el norte de Europa hasta el próximo oriente, las legiones romanas forjaron el último gran imperio.