Cèlia y Moha se conocen en una cocina. Para Cèlia este trabajo es una condena: una jueza la ha condenado a hacer horas al servicio de la comunidad. Para Moha este trabajo es un premio que le acerca a su meta de conseguir los papeles. Aunque no lo parezca, tienen mucho en común y lo irán descubriendo a medida que ambos superen sus prejuicios y empiecen a verse como son en realidad.